La pasada semana tuve la suerte de poder asistir a una nueva edición de SIMO Educación, y digo que tuve la suerte porque son muchos los docentes que no pueden permitirse faltar a sus aulas para ir a aprender cosas nuevas, aunque el fin de esas ausencias tenga una transferencia directa a su práctica profesional.
La organización de SIMO Educación, en su día, ya hizo un esfuerzo para que el Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación del Profesorado (INTEF) certificara a los profesores, profesoras, maestras y maestros asistentes, reconociendo la feria, en parte, como actividad de formación, con el respaldo del propio Ministerio de Educación.
La realidad sigue siendo que algunas administraciones educativas, a nivel autonómico, siguen considerando prescindible que su profesorado participe en SIMO, y no debe ser por la ausencia en sí, ya que no conozco a nadie a quien le hayan negado un día sin sueldo para participar en una actividad formativa. Quiero aclarar también que no hablo de mi comunidad, ya que tampoco me consta que a ningún docente andaluz se le haya denegado asistir a este evento dentro de sus días de formación (4 por curso y remunerados), corríjanme si me equivoco…
La realidad es que SIMO Educación no es una actividad de formación al uso, ni un congreso, ni una conferencia; es una feria, o como reza en su web, es el Salón de Tecnología para la Enseñanza. Entonces… ¿No nos debe interesar a los docentes? ¿Quiénes son los responsables de la Enseñanza en este País? ¿No somos nosotros? ¿Nuestra formación debe salir de nuestro tiempo libre? Invito a contestar estas preguntas a aquellas personas que opinan que debería ser en fin de semana, que SIMO es algo sólo para empresas, o que no es un sitio donde se aprenda nada que se pueda llevar al aula.